Sunday, May 22, 2011

Como comprar en las grandes tiendas, vivir en el límite Una reflexión sobre el modelito

Como comprar en las grandes tiendas, vivir en el límite

Una reflexión sobre el modelito


Hace algún tiempo reflexionábamos sobre el éxito o fracaso del modelo neoliberal, desde nuestra óptica de simple ciudadano de a pie, que no usa ipod, que no viaja en avión, no tiene tarjetas Premium, en suma, no es el jaguar exitoso que la sociedad venera, el modelo era un completo fracaso. No obstante igual hablábamos con cierta timidez, para que no nos escuchen los paladines del neoliberalismo, Vargas Llosa junior, el ex ministro Andrés Velasco, Fernando Villegas, Héctor Soto, José Ramón Valente (esa suerte de príncipe valiente de econsult) o peor aun, un economista de la famosa escuela de Chicago. - Pero después de visitar las grandes tiendas, uno termina en estado de shock, o derechamente con crisis de pánico, que como toda droga “dura” o estado de perdición, estimo que nadie comienza enojado mirando esas grandes marcas, hermosos electrodomésticos, como no, línea blanca, en otro tipo de grandes tiendas, encontramos clavos, lámparas, muebles, sillones, y hasta jacuzzi, o en esos grandes templos de los alimentos, que hasta tienen whiskey, fideos, tortas, en fin de un cuanto hay. No pienso, eso sí o decir nada sobre sus abusivos precios, y menos sobre su dudosa calidad. Pues bien, sí una persona, ahora devenido en cliente o consumidor, ya que esa es la jerga de los ganadores, ¿ha intentado alguna vez pagar en una de estas grandes tiendas? El inocente que va con su compra de jeans y camisa, o cualquier otro producto, no sabe quién lo atiende, donde están las famosas cajas, y si encuentra alguna, la encargada con cierto aire de superioridad, como si nos hiciera un favor, nos dice la caja esta cerrada , busque otra. Así peregrinamos a otro santo sitio de pago, pero cuando llegamos a él, la fila es interminable, pero, extrañamente al llegar a la caja, no podemos pagar, horror, nuestro dinero no vale, esa caja, solo recibe la tarjeta de la multitienda, maldición, era la fila de los elegidos, así seguimos peregrinando, cuando por fin llegamos a otra caja, y suplicamos pagar, nos cobran más caro, ya que el descuento era solo con la “ card”. Es peor aun si estamos en una tienda donde acometimos la imprudencia de pedir que el mueble lo lleven a la casa, nos miran con desprecio, y la vendedora, o el cajero, nos espeta; “son 5000 mil pesos mas, en una semana estará su mueble”. Y no digamos que es un mueble de ébano, sino que una simple maderita prensada, y comienzo a cuestionarme, tal vez me merezco esto por no ser un triunfador. Pero, si nos aventuramos en esa experiencia terrible de contratar algo vía teléfono, donde aparece esa voz, que me indica si quiere una ejecutiva, oprima dos, si quiere algo oprima tres, y así, hasta que derivan a un ejecutivo o ejecutiva, quien después de hacernos esperar, nos dice en unplazo de 15 días estarán los técnicos para instalar el TV cable, ¡ 15 días exclamo, menos mal que no fueron treinta¡ , pero lo digo muy bajito, como rezando, no me vaya a escuchar la musa de las imagines y me mande a instalar el cable 40 días después.

Tal vez por eso, como dijeran esos filósofos mexicanos post industriales, Molotov, creo que se llaman, yo me quejo, me quejo y me quejo, y si bien, finalmente exculpo a los trabajadores, que tan mal nos tratan en esos centros del mercado, por que finalmente son asalariados, con sueldos míseros y seguramente con condiciones laborales horrible, no exculpo a sus patrones, grandes señores y raja diablos postmodernos.

Claro que me olvidaba decir, que pobre, del pobre (o alguien como uno) que tenga una de esas tarjetas de la perdición, nunca mas saldrá de las deudas, estos centros comerciales tiene algo del fausto de Goethe.

Por ello, aunque pueda parecer no moderno, un perdedor, aunque sea tratado de dinosaurio y de no comprender las corrientes principales del pensamiento y del crecimiento, sostengo que a menos que seamos idiotas, podríamos pensar que la empresa privada es eficiente. Además mantengo que el modelo con su carga de inequidad, ineficiencia, de lentitud, de mal trato y abuso, es un modelo bastante malo, pero cuando uno cae en el abismo de las grandes tiendas, parece que ha caído al último de los infiernos del Dante. Definitivamente no sirvo para ser cliente, no sirvo para ser un buen consumidor, y quiérase o no, se molesten ó no los gurues de Chicago, Kellogg, o Harvard, o de esos centros de pensamiento liberal, el modelito no solo no funciona, no tiene relato, no es honesto, además en rasca.

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